“¡Ustedes Jóvenes son nuestra esperanza! Para lograr este cambio radical que todos anhelamos. El derrocamiento del sistema es posible: será la lucha, su osadía, su audacia y su disposición a inmolarse en sacrificio de cárcel y muerte, si es necesaria, para cambiar de raíz nuestro sistema corroído.”
Por Gabriel Ruiz
Las Herramientas
(Inspiradas en “Tú serás rey”, de Anacleto González)
Para demoler una roca con un martillo, no se ocupa más fuerza que la del propio brazo, el martillo no tiene fuerza propia, es la ayuda de una herramienta la que evita que la mano se destroce al golpear la piedra. Así, para librar esta guerra debemos dotar a nuestros jóvenes con las herramientas idóneas, con las herramientas que requiere el líder para lograr sus ideales.
Las herramientas con que el líder ha de librar la batalla del derrocamiento son:
- El Libro, para poner alas al pensamiento
- La Meditación y la oración, para fortalecer su espíritu.
- La Elocuencia, que le permita comunicar sus ideas e ideales.
- La Acción, para pasar del mundo de las ideas al de los hechos.
- El Sacrificio, que fortalezca su cuerpo y su voluntad para la batalla.
- La amistad, para que nunca le falte el consejo amigo en el ascenso y en la cumbre
- La prensa y el proselitismo, para difundir e infundir, sus ideales y valores en la sociedad.
Estas herramientas han de ser la palanca de Arquímedes, con la que habrá de mover el mundo, la espada de la conquista, el cincel para esculpir el gran coloso, la paleta del artista para pintar el mundo del futuro.
El Libro
En el libro, el líder bebe el agua de la sabiduría. Un líder debe ser sabio, para tomar las decisiones adecuadas, para cambar de parecer si es necesario. Son los libros los que forman y transforman el pensamiento del hombre, los que le ponen alas a su pensamiento.
Son los libros como las “Cartas filosóficas” de Voltaire o el “Contrato Social” de Rousseau, los que los que inspiraron la revolución francesa, pues movieron y dieron alas a las ideas de la república. Fue la lectura de los libros como “Il Milione”, dictado por Marco Polo y el “Imago Mundi” de Petrus Alliacus, los que impulsaron a Cristóbal Colón a intentar llegar a las indias yendo hacia el occidente, transformando así la historia del mundo. El libro de “El Capital” de Carlos Marx a su vez inspiró a Lenin y a las juventudes Bolcheviques para hacer la revolución que trastornó al mundo en el siglo XX. Fue la lectura de La Biblia el agua que bebió San Agustín, que reformó y transformó no solo su vida, inspirando los escritos que leemos con avidez, aún hoy después de 1700 años.
Son los libros el aceite de las lámparas que iluminaron y guiaron los grandes cambios de la historia. Es pues una de las herramientas que deben aprendes a utilizar nuestros líderes
La Meditación / La Oración
Para fortalecer el espíritu, no hay duda que es indispensable aprender a ponernos en presencia primero de nosotros mismos, para mirarnos y reconocer nuestra realidad, por enclenque o miserable que esta sea, poniéndola luego frente al Creador para que la fortalezca, y poder alcanzar esa gran misión que nos ha encomendado.
Es en el silencio donde podemos mirarnos, podemos auto distanciarnos y vernos de lejos para juzgar nuestras debilidades y fortalezas, nuestros errores y nuestros aciertos, juzgar el atino o desatino de nuestros planes y decisiones.
Si, esta meditación, autoanálisis, introspección de nosotros mismos, la hacemos en presencia del todopoderoso y sometemos a su escrutinio nuestro comportamiento, se convierte en una oración y el dialogo con él puede inspirarnos y enriquecernos, pero sobre todo orientar hacia el bien nuestro quehacer y nuestras acciones.
En la medida que el líder aprende a hacer oración y a meditar, aprende de igual manera a controlar a los corceles que jalan su calandria y determinan el destino final de su vida: el corcel negro y el blanco, del bien y del mal, del enojo y la bondad, de la lujuria y del romance, del hambre y de la gula, del miedo y de la angustia, a los que hacía referencia Platón en uno de sus diálogos, el correcto balance en el galopar de ambos será el que de equilibrio a nuestras vidas.
La meditación y la oración son los que arrojan al líder con rumbos bien definidos, con ideas claras y decisiones seguras, con el asertividad requerida para enfrentar los retos que se le presenten.
Es el dialogo con uno mismo el que permitirá al líder alcanzar y lograr la fuerza renovadora con la que volará y galopará hacia sus ideales.
La Elocuencia
Hay momentos clave en la historia de la humanidad, en que son las palabras el arma poderosa que ha decantado la esencia de las luchas, breves pero atinadas, dichas con pasión, moviendo el corazón de las masas, para cambiar de manera definitiva el rumbo de la historia…
Fue el histórico discurso de “I have a Dream”, de Martin Luther King, el que dio el giro final a la historia del racismo de los Estados Unidos, cambiando para siempre las leyes y el trato hacia la población de color.
Fue el discurso de 6 minutos en la ONU del Che Guevara el que inspiró a juventudes de todo el mundo a idealizarlo y a convertirlo en el líder y símbolo referente de la lucha mundial por la igualdad social, antiimperialista.
Hitler decidió defenderse a sí mismo en el juicio que por el golpe de estado se le fincó, aprovechando esa palestra para comunicar al pueblo alemán sus ideales, ganando su corazón para llevarlo a la lucha más cruel y sangrienta de la historia; fueron las palabras con su elocuencia, su arma más poderosa, con las que enloqueció a todo un pueblo hasta llevarlo al suicidio.
Fue la batalla de las palabras, en la Roma llena de asambleas, en los tiempos de Cicerón y Julio César, las que cambiaban de un día da otro la legitimidad y el afecto del Pueblo y más importante aún del senado Romano. Cicerón, el mejor orador que tuvo Roma, alcanzó las más grandes magistraturas, siendo descendiente de sencillos agricultores, pues no era patricio.
No hacen falta tener grandes habilidades de oratoria y el don de la palabra: el Che Guevara leyó el discurso al que hacemos referencia. El líder debe ser audaz y escoger las palabras que muevan el corazón de las personas, penetrar su corazón, pensamiento y esperanzas.
Demóstenes era tartamudo, mal timbre de voz y bajo volumen de voz, pero se ponía piedras en la boca y gritaba a las olas del mar y al sol, hasta convertirse en uno de los oradores más célebres de la antigua Grecia.
Es pues la herramienta de la elocuencia la que habrá de cultivar el joven líder para para difundir e infundir sus ideales y valores en la sociedad.
La Acción
“Veni, vidi vici”, vine vi y vencí, palabras celebres de Julio César, que indicaban que era un hombre de acción, que no se andaba por las ramas, que no titubeaba, que hacía las cosas con determinación. Hay vidas completas que se consumen haciendo planes y soñando en grandes ideales, pero nunca ponen la mano en el arado.
Hay en la humanidad tres tipos de individuos, los que piensan y saben que hacer, los que ejecutan lo que las primeras piensan y los que tan solo observan con interés a la los otros dos. Los autores de la historia, los grandes líderes, son los segundos, los que actúan y los que ejecutan, los que aprenden a tomar acción, los que emprenden el camino, los que viajan y ven a otros quedarse inmóviles.
“Lo que has de hacer hazlo pronto”, le dijo Jesús al titubeante de Judas. “Si no pones la mano en el arado no eres digno de mí”, era la invitación de Jesús a ser hombres de acción. El joven debe formarse para terminar lo que comienza.
La “drôle de guerre”, la guerra de chiste, se denominó al inicio de la segunda guerra mundial, en la que los franceses e ingleses declararon la guerra a Alemania por haber invadido Polonia y lo que hicieron fue atrincherar sus tropas en la frontera, en la famosa línea Maginot, esperando a que llegaran los Alemanes a enfrentarlos. Los alemanes tomaron la iniciativa, la acción, en su sistema de guerras rápidas, y entrando por Bélgica, llegaron por atrás, por dentro del país. Este es el ejemplo más claro de que para triunfar, hay que decidirse a actuar. Es el que toma primero la acción, quien controla la situación, o como dicen los jóvenes, el que pega primero pega dos veces.
Los conquistadores actúan, los conquistados toleran; los reyes actúan, los súbditos obedecen.
La procrastinación es la actitud de los seres humanos, por la cual posponen la acción, no se deciden a dar el paso inicial a comenzar la marcha, a romper la inercia del comienzo. Comenzar: es una de las acciones más difíciles en el individúo, pero es lo que deben aprender los jóvenes líderes, para pasar del mundo de las ideas al de los hechos.
El Sacrificio
“El hombre aprende en el sufrimiento, lo que celebra en el canto”. Aprender a sufrir es fortalecer el cuerpo y el espíritu. ¿A que sabe el triunfo?, le preguntaban a Lorena Ochoa, la campeona mundial de Golf: “a no puedo ir a la fiesta porque mañana entreno, a que duro está el frio de la madrugada, a 700 tiros diarios, a los hombres no entienden mi trabajo, a sacrificio”.
No hay medias tintas: el deportista que quiere triunfar tiene que aprender a vencer la flojera, a no comer aunque se tenga hambre, a no beber aunque se tenga sed, a que duelan los músculos y continuar haciendo ejercicio, a no dormir aunque tengas sueño, a dejarnos morder por las incomodidades y hacer todo esto voluntariamente para adquirir la disciplina de la inmolación voluntaria, que nos dará una fuerza de voluntad inquebrantable, propia de los grandes próceres de la Historia.
El acero se endurece a golpes, al igual que el hombre. El fuego en la fragua, reblandece el acero para poder moldearlo, como el hombre debe tolerar el fuego y el dolor de la vida para moldear la escultura del coloso, del titán que quiere hacer de sí mismo.
La musculatura central del espíritu del guerrero es la fuerza de voluntad, que se forja aprendiendo a negarle al cuerpo lo que sensualmente nos demanda, aprendiendo a controlar nuestros instintos, a controlar las bestias furiosas de la flojera, de la lujuria, de la gula, el desgano, el desaliento, la soberbia, la avaricia y de la envidia.
Nuestra personalidad jamás llegará a ser una espada para la batalla, si no nos hemos estrujado de arriba abajo, si no nos hemos mallugado una y diez veces, para ser dignos de abrazar con nuestros propios brazos desnudos la victoria.
Es en el sometimiento a las altas temperaturas, en las que el crisol obtiene la pureza del metal precioso y en el sacrificio donde se obtiene lo más puro y grande del ser humano que fortalece su cuerpo, su espíritu… ¡su fuerza de voluntad para la batalla!
La Amistad
La amistad es la fuerza viva, flujo y reflujo de actitudes, ideas y sentimientos, de amor entre los amigos que enriquece y da soporte mutuo, transformando todos los días su personalidad.
Hefestión, el inseparable amigo de Alejandro Magno, amigo de su infancia, compartió con él ideas, ideales, luchas y era su mano derecha en las grandes batallas, hombre de confianza en el gobierno y en la guerra. Seguramente a él debieran de atribuirse muchas de las grandes hazañas de Alejandro, a juzgar por la tristeza profunda que sufrió al morir Hefestión.
Ese grupo de amigos que deben rodear al líder, con quienes puede compartir ideas, preocupaciones, triunfos y derrotas, éxitos y fracasos, es un aliento espiritual irremplazable.
La amistad es un imán misterioso entre las almas, que une la suerte y los pensamientos de los que llegan a ser amigos.
El líder no puede ir solo, requiere de una plataforma de apoyo: la unión hace la fuerza, el líder debe aprender a cultivar la amistad, la amistad se traduce siempre en una dádiva reciproca, al dar nos fortalecemos y al recibir también obtenemos fortaleza.
Hablando de amigos, al igual que de los libros, lo más importante es saber escoger a los buenos amigos, un mal amigo te hunde y un buen amigo te hace crecer.
La amistad es para el líder manantial profundo de aliento, vitalidad, ideas y soporte. El líder no puede transitar solo, nadie logra algo solitariamente. Cultivando la amistad el líder nunca le faltará consejo amigo, en el ascenso y en la cumbre.
La prensa y el proselitismo
La prensa no solo gobierna la opinión: la maneja, la desquicia, la subleva, la humilla, la arruina y la exalta. Todos, gobiernos, empresas e instituciones, saludan a la prensa esperando de ella sus favores, los que tienen el cetro para mantenerlo y los que no tienen el poder, para llegar a conquistarlo.
Josep Goebbles, ministro de propaganda nazi, utilizó todos los elementos existentes en su momento para dominar, controlar y enamorar a un pueblo disciplinado y pensante, como el pueblo Alemán. Convirtió a un loco paranoico, como Hitler, en un amado y adorado mesías. Organizaba los eventos multitudinarios nocturnos, con fuegos, banderas y música cuidadosamente seleccionados, para darle es halo mesiánico a su gran amigo Adolf Hitler, o lo mostraba recibiendo flores de los niños y niñas, como un cariñoso padre de la patria. De igual manera, invadía las calles con suásticas para inspirar el espíritu nacionalista nazi. Así fue como, con la propaganda, logro subyugar el espíritu y la voluntad de un pueblo hasta llevarlo al suicidio.
En estos tiempos no hay quien menosprecie a la prensa o a los mal llamados medios de comunicación; en la actualidad nuestros jóvenes tienen a la mano la poderosísima herramienta del internet y las redes sociales que le permiten, rápidamente, llegar a un gran número de gentes, y comunicar a grandes grupos sociales. Nuestros jóvenes líderes deben saber utilizar esta herramienta con gran eficacia para difundir e infundir sus ideales y valores en la sociedad.
Conclusión
¡Ustedes Jóvenes son nuestra esperanza! Para lograr este cambio radical que todos anhelamos. El derrocamiento del sistema político es posible: será la lucha, su osadía, su audacia y su disposición a inmolarse en sacrificio de cárcel y muerte, si es necesaria, para cambiar de raíz nuestro sistema político corroído, por lo cual habrán de equiparse con las herramientas del líder. Deben tomar por asalto los sistemas de educación para implantar una educación que ponga en su lugar a los valores, que entronice y devuelva sus palacios a la verdadera honestidad, la verdadera responsabilidad y la vocación de servicio: valores vilipendiados por la sociedad en que vivimos.
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